Desconectar para volver a conectar: la naturaleza en la era digital

La inmersión en la naturaleza es altamente beneficiosa para nuestro bienestar general.  Ya sea en un pequeño jardín, un parque urbano, montañas remotas o tranquilas aldeas rurales, sus efectos positivos parecen tan evidentes que apenas requieren respaldo científico.  Aun así, la ciencia nos ayuda a comprender mejor la relación entre ambos.

« Desde una perspectiva neuropsicológica, se sabe que caminar al aire libre o simplemente observar un paisaje natural reduce los niveles de cortisol — la hormona asociada al estrés — y estimula la liberación de dopamina y serotonina, neurotransmisores vinculados al placer, la calma y el equilibrio emocional. » Vera de Melo, Psicóloga Clínica, Expresso (17-09-2025)  Si la importancia de una inmersión momentánea en la naturaleza deja poco margen a la discusión, esta se vuelve aún más urgente en un contexto de disrupción tecnológica y aceleración de los cambios políticos, económicos y sociales.

En este escenario, las redes sociales digitales desplazan nuestro universo relacional: el mundo se estrecha, la ansiedad y las tensiones se intensifican, como si la hiperabundancia de estímulos hiciera el espacio mental cada vez más reducido. A ello se suman las fricciones de la vida profesional  — las habituales y las agravadas por las inseguridades propias de una época de profundas transformaciones. 


que puede conducir a la desorientación, el desamparo, la saturación y el colapso. El resultado es el cóctel perfecto para una erosión psicoemocional inevitable, que puede conducir a la desorientación, el desamparo, la saturación y el colapso.  En este sentido, los retiros periódicos que permitan alejarnos de la vida digital, de las exigencias profesionales y del entorno urbano parecen una terapia esencial para restablecer el equilibrio.

En el silencio del paisaje, los colores de la vegetación, la música de las aves y del agua en los arroyos, la luz y el calor del sol matinal, la frescura perfumada del aire, la delicadeza de la lluvia cayendo de los árboles, el misterio de la niebla, las arrugas de las piedras y los troncos, y la lentitud del tiempo, encontramos la soledad necesaria para reencontrarnos. Con la mente más ligera y menos sometida a estímulos constantes, con el cuerpo relajado, podemos salir de nosotros mismos y confrontar nuestras certezas e incertidumbres. Los pensamientos encuentran entonces espacio para liberarse y fluir de manera clara, libre e inspirada. Este es el magnetismo insuperable e insustituible de la naturaleza. 

Carlos Afonso

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