Lo mejor es entrar en este recorrido de golpe, por el primer impacto. Por lo que se siente en el instante de llegar al punto inicial. Y lo que ocurre, en un magnífico día de verano como este, es una repentina descarga de asombro: las montañas recortadas contra un cielo de absoluta claridad, los velos de sombra que se acumulan en la distancia, la brisa fresca y perfumada, el silencio, amplio, casi imperial.

Entonces surge el deseo de empezar a caminar. El impulso primitivo de poner un pie delante del otro y avanzar, simplemente avanzar. Y así se hace, en un primer momento de forma eléctrica, casi impulsiva, hasta que el cuerpo encuentra su lugar y el ritmo se ralentiza de forma natural. En un territorio como este, caminar despacio es la forma más inteligente de avanzar. Conviene detenerse aquí y allá, dejar que la mirada vaguee con la precisión de un bisturí, atenta a los detalles, a las variaciones de luz, a las texturas del granito...

Pero retrocedamos un poco, porque falta el contexto esencial: estamos en la cima del Alto Minho, en Castro Laboreiro, en uno de los escenarios más austeros y, al mismo tiempo, más sublimes del paisaje montañoso del noroeste peninsular.

Una vez retomado el camino, los pasos se vuelven discretos, casi ceremoniales. Las conversaciones se reducen al mínimo indispensable, permitiendo la necesaria sincronización de los sentidos. Poco a poco, os integráis en el paisaje, os disolvéis en él, completamente subyugados por la enigmática belleza del granito, un atisbo puro y casi perfecto de eternidad. Allí, eso es suficiente. Todo lo demás se vuelve redundante.

Al final, de vuelta al punto de partida, rediseñamos mentalmente la extensión del recorrido en el horizonte y nos queda la clara sensación de haber atravesado una cámara de suspensión temporal: las horas pasaron sin que nos diéramos cuenta. Sentados descansando bajo el cálido sol de la tarde, revisitamos las imágenes ahora grabadas en los recovecos de la memoria. Y suspiramos, en silencio, ante la extraña y conmovedora belleza de las pequeñas cosas.
