La ruta parte de Branda da Aveleira, un idílico pueblo de montaña, y cruza el río Vez, que aún está en pañales, hasta la branda do Furado. Luego sube hasta el mirador del glaciar del Alto Vez y continúa por una pista, que resiste valientemente el avance de la maleza, hasta las ruinas de otra branda: De Real.
Las brandas eran satélites de los pueblos principales, a veces bastante alejados de ellos, que se frecuentaban sobre todo en verano.
A partir de ahí avanza por un camino despejado y bien definido y poco a poco el paisaje, irreprimiblemente bello, gana en amplitud, formas imponentes y abundantes corrientes de sombras. Y el cuadro intensifica su magnetismo y subyuga por completo la mente y el ojo.
Allá arriba, en el hito geodésico del Pedrinho, reina el viento, cortante y persistente. Alrededor, el horizonte es puro resplandor y un remanente centelleante de eternidad. Tanto si contemplas las montañas graníticas de Peneda, las voluptuosas y lejanas colinas de Galicia, las escarpadas laderas de Vez o los valles de Mouro y Minho
Y mientras tanto, el ganado y los caballos pastan allí tranquilamente, acostumbrados como parecen a la aridez y severidad de este magnífico lugar.