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Un día en el Parque Nacional de Peneda Gerês
Un pie tras otro, despacio, sin prisa por llegar a ninguna parte. Sólo el placer ancestral de ir, de avanzar.
Naturaleza y descubrimiento
Fragmentos de conversaciones a lo largo de una ruta que es puro bálsamo sensorial, tal es la diversidad y exuberancia de la naturaleza, en ésta, una de las 7 rutas que Queremos Verde dedica al Paisaje Cultural de Sistelo.
Paisajes deslumbrantes
Sobre el puente de Veigas, que más bien parece una estrofa de un poema sublime, bajo el cálido sol de primera hora de la tarde, con el colorido de la vegetación y el magnetismo del paisaje granítico como telón de fondo... ¿qué más se puede pedir?
Paisaje Vitivinícola de Monção y Melgaço
Y aquí, en este rincón portugués del valle, existe este paisaje, un tapiz de encaje de pequeñas propiedades, donde la tradición familiar, las antiguas casas solariegas y la innovación contemporánea están perfectamente equilibradas.
SENDEROS DE NATURALEZA, HISTORIA Y CULTURA
Desde Sistelo nos dirigimos hacia Arcos de Valdevez, a través del frondoso valle. La primera parada fue el Paço de Giela, que merecería la pena visitar aunque sólo fuera para ver la espléndida ventana manuelina. Pero hay más, hay detalles históricos importantes, hay restos arqueológicos de gran valor, está el vídeo que resume ese momento crucial en la fundación de Portugal que fue el Recontro de Valdevez (o la "reunión para hacer las paces", como prefiere el profesor Hermano Saraiva).
EL PARQUE NACIONAL DE PENEDA GERÊS APARECE EN FORBES
Ann Abel destaca, entre muchos detalles descriptivos interesantes, que Portugal es un país pequeño con mucho que ofrecer y sorprender. Y aunque está muy de moda en términos turísticos, principalmente debido a sus ciudades más famosas y a la belleza de sus playas, es cuando los visitantes se aventuran más allá de estas dimensiones cuando las cosas empiezan a ponerse realmente interesantes: es entonces cuando la autenticidad y singularidad del país se revelan de verdad.
Para llenar todo el corazón
En esta mañana de claridad inaugural, en lo alto de las ruinas del castillo, con los ojos parpadeantes de asombro, sentimos la lenta respiración de la historia en el murmullo del viento. Y lo sentimos palpitar al pasar las manos sobre las piedras que componen lo que queda de la fortaleza construida en este lugar imposible en los primeros días de la fundación de la nacionalidad y más allá.
La extraña belleza de las pequeñas cosas
Y poco a poco nos integramos en el paisaje, diluyéndolo, completamente abrumados por la misteriosa belleza del granito, un atisbo puro y perfecto de eternidad. Esto es lo que cuenta, todo lo demás es redundante.
Sendero Peneda
A medida que nos acercábamos a la cima, el granito de la montaña cobraba protagonismo, mostrando sus magníficas formas escultóricas. Cuando llegamos a la cima de la ruta, el cielo se había despejado por completo y la luz estaba ahora en su punto álgido de perfección.
Lamas de Mouro - Peneda (GR50)
Si no viajas solo, lo mejor es mantener las conversaciones al mínimo y dejar que el silencio, impregnado de la música de los pájaros y el agua de los arroyos, te envuelva, te absorba y te diluya. Mientras tanto, puedes inhalar profundamente el aire fresco y perfumado y contemplar los fascinantes macizos de granito recortados en la claridad del cielo.
Sendero del Glaciar y Alto Vez
Volvimos al sendero, pasamos junto a una pequeña branda, un bosque fresco, rebaños de ganado, caballos arriesgados y entramos en la ruta de regreso. Allí fuera, un pie tras otro sobre las piedras desiguales, contemplamos el amplio valle del Miño, las lejanas tierras gallegas, los macizos rocosos de formas peculiares y las escarpadas laderas del Vez, ganando allí furia y vértigo.
De Aveleira a Pedrinho
A partir de ahí avanza por un camino despejado y bien definido y poco a poco el paisaje, irreprimiblemente bello, gana en amplitud, formas imponentes y abundantes corrientes de sombras. Y el cuadro intensifica su magnetismo y subyuga por completo la mente y el ojo.